Poema «Herida y Libre», de Enma Kent

En pleno verano de 2009, inmersa en los cambios emocionales que los últimos meses me había tocado vivir, andaba yo especialmente sensible.

Una noche de agosto de luna llena, en uno de esos paseos solitarios por la playa, me llamó la atención una enorme gaviota que se había posado en una barca abandonada de madera.

Yo me acercaba cada vez más hacia donde estaba, pero no parecía importarle. Entonces me di cuenta de que tenía un ala rota, y la otra algo perjudicada también. Miraba fijamente al horizonte, y no me veía, o no le importaba.

Cuando faltaban tres o cuatro metros, se alzó intentando volar, a trompicones, pero se alejó.

Me afectó sobremanera, y al llegar a mi casa, como muchas otras veces, cogí lápiz y papel y escribí este poema del libro «Poemas Contados».

Sigue mi canal Youtube para ver más!

 

Compártelo en tus redes

Entradas anteriores

Volveré

Volveré a caminar por la ciudad mojada, bajo su jaula